Se acerca el 25 de Noviembre, y con él ese desesperado intento de que la gente se involucre en un movimiento en contra de la Violencia Machista, esa que conocemos pero cuando tenemos delante no identificamos...Este año he visto de cerca cómo se moviliza un ayuntamiento, una ciudad para "celebrar" este día, creo que todo lo que hacen (desde mi punto de vista) es algo "limpia conciencias" más que un acto con un fín en sí.
La campaña que estamos realizando se llama "hay trapos sucios que No se lavan en casa" y promueve que la gente escriba sus experiencias en una camiseta de papel para después el 25 de Noviembre se limpien todos esos trapos sucios (toda esta problemática) en la calle más importante de la ciudad siempre claro está con el detergente y suavizante de los políticos de turnos que expondran las soluciones....y yo me pregunto y el 26.. seguirán acordándose y dando soluciones.. o se las guardarán hasta el próximo 25 de Noviembre.
Desde un punto de vista totalmente personal creo que sólo hay una solución, la EDUCACIóN, es la base de todo. Si rompieramos con las bases tan asentadas de esta sociedad machista, y educáramos en la igualdad y el respeto entre las personas otro gallo cantaría. Enlazado un poco con esto voy a recomendar a todo el mundo, aprovechando que se acercan las navidades, un regalo para cualquier persona (hombre, mujer, o niñ@) es un libro "LA CENICIENTA QUE NO QUERÍA COMER PERDICES" en el que, por fín, se rompe con los clásicos de Disney en los que la chica desvalida esperaba que el amado y perfecto príncipe aparezca para sacarla de esa vida.. para acabar en una ¿Mejor?... ¿porque?, desde la biblioteca de una facultad repleta de universitari@s (dónde la maýoría son féminas) no las veo en una vida tan triste en? todas ríen y son autosuficientes para ser feliz, no las veo esperando a su principe azul para empezar una vida... aunque no lo sé, lo mismo, alguna de ellas ya conocieron a ese principe, que se cree dueño y señor, sólo espero que no esperen a un 25 de Noviembre para darse cuenta de que no se necesita un principe para comer perdices, mejor un plebeyo con el que compartir una buena hamburguesa....
Cristina.
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